lunes, 19 de septiembre de 2011

FERNANDO KOFMAN (POSADAS,MISIONES,1947)


Uno está atravesado por dos ejes, como explica Adorno: la naturaleza y la historia. Nada de lo que allí suceda me es indiferente. Somos una esponja. Nuestro cuerpo y nuestra conciencia son esponjas. Y lo que suceda en el devenir de las plantas, los ríos, los árboles y las mismas criaturas de la naturaleza como aves o escarabajos. Por virtud de la sensibilidad, la percepción y el contraste encienden nuestras antenas, nos conducen a la palabra. También está la historia, lo que hacen los hombres y lo que la historia hace con ellos. Y no podés estar indiferente a sus devenires, porque de un modo implícito ella se cuela en toda  creación literaria o poética. Como decía Spinoza, el cuerpo es una sumatoria de potencias, tristes y alegres, pero es un eje que te determina, que te hace oscilar ante múltiples experiencias. De allí que eso que llamamos  subjetividad, no sea ni una  ni dos.- Él escritor de por sí es esquizo. En él habitan muchos personajes, en gran parte impredecibles, a los que hay que controlar o doblegar  para llevar a buen término el poema.- Los estados de exaltación son peligrosos porque desbordan a la razón  y podés caer en el convencimiento de un mito: el héroe que doblega a las tinieblas. Este camino de extravío está en el origen del romanticismo, que tantas penurias le hizo padecer a Alemania, cuando esa exaltación culminó en una apoteosis en 1933.- El poeta, para mí, tiene que dominar  los cantos órficos o el canto de sirenas propio de Ulises. Confío en un trabajo alejado de las epifanías, replegado sobre una visión más vulnerable del trabajo creador y de uno mismo. El gran defecto de mucha poesía argentina, es el correlato de estas epifanías, y el resultado es lo que un poeta amigo, como Juan Carlos Moisés, define como “Follaje”, y yo lo defino como “ornamental”. Por suerte los poetas que frecuento y charlo con ellos, como Moisés, Espel o David Birenbaum han percibido este fenómeno. Un fenómeno que es extensivo a la prosa. A la novela argentina. Para ver este fenómeno uno tiene que frecuentar todas las artes. Y ver por qué la arquitectura en sus formas se volvió retórica, o la música del siglo XX apareció para terminar con formas retóricas. Lo que no se puede llenar con palabras es silencio, y la poesía tiene que aprender de los silencios, de esta tensión entre la palabra y los silencios, como logró hacerlo un escritor que respeto mucho,. Samuel Beckett.

Publicó:

  “Caída de la Catedral”, “La insolación”, “El dúo de música de Cámara”, “De Bell a Campana”, “Tres óperas políticas”; “La idea de absoluto y sus fundamentalismos”, “Zarza remueve”

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