domingo, 23 de octubre de 2011

CARLOS SURGHI (VILLA MARÍA,CÓRDOBA,1979)




1.     ¿qué objetos te acompañaron toda tu vida?

En algún sentido las palabras, y desde las primeras veces que resuenan en uno, alrededor, en boca de otros, llegando en el momento exacto o un poco más tarde; ya ahí, marcan una pertenencia, una compañía. Pero también, en rigor de verdad, las palabras más que objetos son una efusión animada, es decir un fantasma. En todo caso, la compañía más cierta ha sido su secreto y no la presunción de usarlas acertadamente cada vez que algo atraviesa esa imaginaria frontera entre la sorpresa y la atención. 

2.     ¿sentís presencias, voces, músicas del trasmundo?

La literatura toda desde su primer relato hasta el último está hecha de muertos que hablan, quien crea oír otra cosa –la voz y la música son estrictas formas de la muerte- deberá en todo caso atender a lo que pasa en el cuarto de al lado. 

3.     ¿qué pensás de la rosa, los anillos, el mar y los tatuajes?

Que son chucherías; se las puede comprar por nada y se las puede vender a nadie. A veces por desgracia quien las compra las escribe aquí y allá sin haber entendido que se trata de escribir prescindiendo de ellas o nombrándolas como si fuese la primera vez que las escuchamos. 

4.     ¿cuál es tu superstición?

Descreer de aquellos que para contestar estas preguntas citan rimbombantes palabras de otros poetas. Pero por sobre todo, sentir un escalofrío de mal gusto cuando escucho la palabra “poeta” enunciada hacia mi persona o hacia un perfecto desconocido.

5.     ¿en qué parte del cuerpo, el aire o el paisaje sentís la poesía?

El cuerpo no tiene absolutamente nada que ver ni con la escritura ni con la poesía. El cuerpo es una edad oscura, en él hay como diez siglos de ignorancia. En los paisajes, donde lo humano está presente de otro modo, hay sí un sentimiento de emoción, una utopía de participación en el más estricto anonimato.  

6.     ¿escribís mientras escribís o antes o después?

Es extraño pero creo que escribo en ese antes de todo. Un poema, un ensayo hay veces que lleva días, meses de atención y de escritura en un registro invisible que de repente, transpone el estado de atención y se aferra a un ritmo, se fija en una música.  

7.     ¿qué autores no releerías?

Gelman, Urondo, Bustos. La trinidad de las pistolas.

8.     ¿de los poetas que conociste cuál, cuales te parecieron que unían su vida a sus palabras?

Habría que preguntarse si uno puede conocer realmente a alguien. Es decir, la edad del conocimiento es la juventud, donde hay un ansia por los otros; pero también es la edad que concluye con el olvido necesario. De seguro lo que sigue es una repetición. Además la pregunta presupone en la respuesta que uno ve la autenticidad como algo transparente, y si huimos y olvidamos a los otros es porque en verdad no sabemos qué hay de cierto en esa obsesión delante de nosotros, la cual, como intuía Kafka, solo se salva a través de los requerimientos crueles de la obra. 

9.     ¿qué, quién, quiénes escribe en vos?

Hay veces en que me parece que escriben determinados temas, otros autores, otros libros que motivan un impulso hacia delante que indefectiblemente se entreteje al registro autobiográfico. Pero últimamente tengo la sensación de que ya el tema es circunstancial y la escritura puede prescindir de todo, salvo por supuesto del deseo.

10. ¿vuelven algunas palabras, algunos temas o algunos climas?

Vuelven ciertas sensaciones en imágenes recurrentes: las playas de maniobras vacías de Ferrocarriles Argentinos en Bulnes y Avenida del Trabajo; un atardecer pronunciado y solitario en Harberton; la intuición profunda de conocer algunos lugares en los que nunca estuve o de que los voy a conocer cuando escriba sobre ellos sin moverme de mi casa; Enrique Fogwill comiendo asado en La niña bonita de Avenida Corrientes, absorto y distante de todos leyendo un ejemplar de El banquete que le llevamos hace un año con Silvio Mattoni -previamente nos había contado que a todos los barcos que tuvo los bautizó con nombres guaraníes que ya no recuerdo. 
11. qué quisieras leer mañana, que quisieras releer para siempre?

Sueño de una noche de verano, de Shakespeare que es el gran muerto, el más feliz.

12. ¿qué pensás del romanticismo alemán?

Hoy en día es una religión para pocos. Como el refinamiento de Calímaco o la desgracia de Ovidio en el Ponto pasará. Sin embargo qué extraño, vivimos aún en medio de su incomprensión, la cual nos es cotidiana en una y otra desventura.  

13. ¿la poesía es un arma cargada de futuro, pasado, eternidad?

Es un arma cargada de intimidad, y ya con eso es bastante peligrosa.

14. ¿la poesía es literatura?

No, porque la literatura es todo.

15. ¿qué lugar ocupa la poesía argentina en Latinoamérica y en la lengua castellana?

Un lugar condenado al éxito para una comunidad que ya no existe.

16. ¿cuáles poetas argentinos te parece que deberían estar y no están?

¿Dónde? ¿A mi lado? ¿En un libro? Los poetas siempre están bien en el lugar donde están. Aunque están mejor cuando se asumen como escritores y observan los destellos del mundo de la prosa.

17. ¿alguien te llevó o fuiste solo a esa palabra oscura?

Jamás salí a ver qué había más allá de esa oscuridad.

18. ¿fuera de la poesía que campo del arte te interesa?

La música y ese extraño condicionamiento geográfico de la estepa rusa, donde cada primavera, después del frío glacial, florece un extraordinario compositor: Prokofiev, Rashmaninoff… Ah los pueblos eslavos, tan disciplinados ellos.  

19. ¿la poesía es una tarea del espíritu o una emanación de la historia ¿hay espíritu, hay historia?

La poesía es una tarea terriblemente extraña. La historia es una pesadilla y la poesía en todo caso es la posibilidad de despertar, como lo quería Stephen Dédalus.

20. ¿cuál es la mayor dificultad en la relación existencia-poesía?

Las poderosas demandas con las cuales la poesía nos saca del mundo.


Publicó :

Mujeres enamoradas (2006), Regalo de bodas (2007) y los libros de ensayo Abisinia Exibar (tres ensayos sobre Néstor Perlongher) (2009) y Los nombres del fantasma (2010).

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